Enfoques
La publicidad independiente es una de las mayores expresiones democráticas a la que puede aspirar un país para ser “libre, justo y soberano”.
Por un lado la publicidad requiere pautar en medios que la gente acepte, que tengan audiencias, que ofrezcan información útil, que ayuden a las personas tomar posición frente a determinados problemas, medios libres e independientes, esos que se someten al voto diario de la gente, algo mucho más exigente que el periodo entre dos o cuatros años al que se someten los políticos.
En ciudades de bajo desarrollo económico y cultural, se advierte el avance del estado sobre lo medios, y no es muy difícil observarlo, basta con sólo recorrer las páginas de algunos medios, escuchar programas de radio o ver sus tandas televisivas para darse cuenta en segundos si se someten o no a sus pautas. Y de hacerlo, significa estar frente a medios presos del clientelismo político. La característica, además, es que son de muy baja audiencia porque por más recursos que tengan lo que no pueden obtener es el talento necesario para que el público los acepte.
La publicidad se entromete sin pedir permiso en la vida de las personas, publicidad de productos que las audiencias rechazan o aceptan según los engañen o les digan la verdad. Por eso la buena publicidad sabe del cumplimiento de las normas éticas, esas que hacen al respeto, tanto del público como el de sus competidores.
La buena publicidad al igual que el país, necesita de los mejores medios, esos que elige la gente.
Fuente: ADEPA
www.adepa.org.ar/secciones/noticias/nota.php?id=1764